• Carlos, es un destacado estudiante de la IE Néstor Escudero Otero, de San Juan de Lurigancho, y su sueño es ser cardiólogo.  

Carlos, es un estudiante del cuarto de primaria A de la IE Néstor Escudero Otero, en San Juan de Lurigancho. Él nunca abandonó sus clases, pese a la pandemia; primero las sigue con sus lecciones en Aprendo en casa, y luego se conecta vía WhatsApp con su maestro Wilder Rodríguez para recibir asesoría. Su responsabilidad, su dedicación y su impecable rendimiento académico, está inspirado en el sueño más grande que tiene en la vida. “Yo quiero ser cardiólogo, porque mi mamá está mal del corazón y quiero curarla”, confiesa con bastante ilusión.

Adela Andia, la madre del menor, fue diagnosticada con comunicación interventricular, una dificultad en el corazón que no le permite respirar con comodidad desde hace 5 años. Confiesa que este mal que padece, le ha servido de impulso a su hijo para que se esfuerce al máximo en sus estudios, porque su anhelo es el ser doctor que ella necesita. “Mi hijo me ha acompañado a mis chequeos médicos en la posta y me dice, yo voy salvarte a ti y a estas personas que están sufriendo”.

El pequeño Carlos tiene 10 años, en sus ratos libres acostumbra a leer mucho, lo que le ha permitido desarrollar su capacidad de retención. Principalmente, revisa textos de cardiología y del cuerpo humano, como proyectándose a la carrera de médico que quiere estudiar en unos años. También confiesa ser un amante de los números, sobre todo de los problemas de razonamiento matemático. Y como hobbie, a este niño le gusta recitar poesía. 

Otra de sus actividades favoritas es crear historias. Todas están inspiradas en los momentos de mayor alegría y tristeza que le ha tocado vivir a su corta edad. Sin embargo, si hay algo que extraña del colegio, son las interminables jornadas de ajedrez que compartía con sus compañeros de clase. Lo que más disfruta de este juego, son esos segundos cruciales, en donde debe ser estratégico para ganar.  

Su madre está convencida de que su pequeño llegará a ser un gran médico y por ello está comprometida con todo lo relacionado a su educación. Ella graba con su celular todas las exposiciones de Carlos, y luego se las presenta a su maestro. Por otro lado, ellos también comparten juntos las clases de Aprendo en Casa —en la mañana por televisión y en la tarde por radio —. Asimismo, Adela acompaña a su hijo en todas las tutorías que le brinda su docente.  

Como prueba de este compromiso, Adela cuenta que varias veces se ha animado a cantar, actuar y hasta cocinar junto a su hijo, para que el docente evalúe el esfuerzo que hacen como familia por las clases. “En una oportunidad le enseñaron sobre los platos típicos de las regiones, y se me ocurrió que para su exposición mi hijo debía exponer con un plato tradicional de la selva al costado”.

Esta madre no quiere dejar de destacar la labor que realiza el profesor de su hijo, Wilder Rodríguez. Resalta su puntualidad, creatividad y el amor que transmite en cada una de sus clases. Ya sea con audios o videos que envía por WhatsApp, este docente jamás deja con las dudas a sus estudiantes. Otro aspecto que valora, es la disposición que tiene para atender y comunicarse con sus niños, cualquier día de la semana y a cualquier hora del día. 

Entregado a la educación

Wilder Rodríguez, Trujillano de nacimiento, actualmente tiene a su cargo 42 alumnos de la IE Néstor Escudero Otero. Él es profesor de Carlos, y resalta de él su gran compromiso para el estudio. Asimismo, afirma que las historias que crea son de las más destacadas de la clase.

“En la semana les dejo de tarea a mis estudiantes que creen historias y son libres de presentarlo por audio o video. Esto lo hago para que fortalezcan su creatividad y personalidad. Las historias de Carlos son buenísimas, porque las crea en base a sus experiencias de vida. Yo le hago repreguntas y él me cuenta historia con detalles de principio a fin”, afirma Wilder Rodríguez.

Para Wilder, la educación a distancia no es sencilla, sin embargo, de ninguna manera es excusa para que los menores dejen de estudiar. Cuenta que la sugerencia que les da a los padres de familia es que conviertan su casa en un salón de clases o en un laboratorio, para que los niños pongan en práctica lo aprendido en Aprendo en Casa y en sus tutorías.

Este docente que actualmente tiene 21 años dedicados al servicio educativo, antes de la pandemia recibía a los estudiantes y a sus padres en su propia casa para reforzar las lecciones dictadas en el aula. Ahora con las clases a distancia, Wilder continúa con la misma energía y entrega. Y no solo los apoya en sus clases, sino también se involucra en sus problemas y dificultades familiares. Considera que unas palabras de aliento, o el solo hecho de escucharlos podría ayudarlos a encontrar paz y tranquilidad.

“Yo estoy feliz con mis niños y sus familias. A todos los veo con muchas ganas de aprender, de continuar con sus clases. No importa que por ahora solo tengamos el celular y el WhatsApp, ellos han entendido que la educación no puede parar y eso me llena de orgullo”, señala el profesor Rodríguez.