• Marsevit Alejo, a sus 13 años, es coordinadora de 15 comedores populares en VMT. A pesar de su sacrificada labor, le dedica cinco horas al día a sus estudios, ya que está convencida de que es el único camino para llegar a ser una gran profesional.

Marsevit Alejo Gamarra, es un ejemplo, no solo para los estudiantes, sino también para la sociedad. A sus cortos 13 años, tiene muy clara sus metas, la principal, fundar una ONG para ayudar a miles de niñas, niños y adolescentes con carencias económicas y falta de oportunidades.

Actualmente, ella es la coordinadora de 15 comedores populares en Villa María del Triunfo, y gracias a su excelente labor, decenas de padres y madres de familia reciben de lunes a sábado desayunos y almuerzos para llevar a la mesa de sus hogares. A cambio, solo acepta el cariño y agradecimiento de sus vecinos, y el apoyo de otras instituciones que se van sumando a la noble labor que realiza.

Todo empezó con mucha fe y el deseo de apoyar a los más necesitados. Su padre, Anderson, resalta que ese anhelo lo tiene desde muy niña. En marzo de 2020 —al inicio de la pandemia—Marsevit llamó a una ONG, al que había visto en un reportaje de televisión, y le pidió la donación de 17 canastas para su comunidad.

Un mes después, la institución se comunicó con ella y con sus padres, y aceptó la solicitud. No solo los convenció el noble pedido de esta niña, sino, además, los insistentes mensajes de Marsevit pidiendo ayuda para sus vecinos.

Pero el apoyo no quedó ahí, esta ONG continuó donándoles alimentos, a veces de forma semanal o quincenal, y con ello Marsevit pudo abastecer a los comedores populares de las zonas de Las Brisas del Paraíso y Villa María Cercado. A las pocas semanas, su labor no pasó desapercibida, y ha logrado conseguir más apoyo de otras instituciones, luego de salir en diferentes notas y reportajes en medios de comunicación.

El día de Marsevit empieza desde muy temprano, a partir de las 5:00 a.m. realiza las coordinaciones para que se preparen los desayunos. A las 7:30 a.m., junto a sus vecinos que se han sumado a esta labor, reparten alrededor de 40 tazas de quáker o 7 semillas, en las diferentes ollas comunes de su jurisdicción.

Luego de esto, a las 9:00 a.m., Marsevit gestiona lo que es la entrega de almuerzos. Revisa el almacén, desde donde guardan las donaciones que le brindan, y si falta algo, van en busca de donaciones en el terminal pesquero, mercados, tiendas u otros comercios de la zona. A las 12:30 p.m. ya tienen repartido 40 almuerzos, a familias de muy bajos recursos económicos, que necesitan de la ayuda de personas altruistas, como la gran Marsevit.

Se prepara para ser una gran profesional

Luego de su gran labor en los comedores populares, a la 1:00 p.m., Marsevit llega a casa y se dedica de lleno a sus actividades educativas. Ella quiere estudiar Ciencias de la Comunicación y espera ser una gran profesional para representar a la voz de los más necesitados. “Me gusta investigar y quiero que sepan las cosas que ocurren en mi país, para que podamos contribuir, ayudar a mucha gente que lo necesita”, afirma.

Ella estudia en la I.E. Antonio Raimondi, de San Juan de Miraflores, y actualmente está por ingresar al segundo grado de secundaria. Cuenta que sus cursos favoritos son Matemáticas y Arte. Pero, adicionalmente, también ha tenido la oportunidad de estudiar, por unos meses, inglés y portugués. Este último idioma lo pudo llevar gracias a una beca que le brindó una empresa privada en reconocimiento a su gran labor en los comedores populares.

Sin embargo, si hay algo que verdaderamente extraña, son las exposiciones semanales que realizaba en el salón de clases con sus compañeros y maestros. Ella sostiene que era la oportunidad perfecta para compartir ideas, debatir y aprender de diversos temas.

Durante la pandemia, ella ha continuado con sus clases en Aprendo en Casa. Al día le dedica cinco horas a sus estudios, trata de leer durante una hora diferentes libros, de distintos temas. Le gusta investigar, aprender, pero, sobre todo, explicar lo que ha aprendido durante el día. Algunas veces lo hace con sus padres, y otras con sus tres hermanos mayores.

“No hay excusas para dejar de estudiar, solo hay que saber organizarnos. Todos debemos pensar en ser grandes profesionales, eso nos va abrir puertas. Si no tenemos internet, o un celular, busquemos los libros, sin el estudio no vamos a poder hacer nada”, sostiene Marsevit.

Ella extraña reunirse con sus compañeros de clase, y también con su maestra, Ruth Sánchez, ya que destaca que siempre le brindó buenos consejos. Por otro lado, lamenta que la pandemia haya perjudicado a muchos escolares—qué, como ella misma — tienen grandes dificultades económicas, y esto les impide acceder a equipos electrónicos para conectarse a las plataformas virtuales.

No obstante, exhorta a los estudiantes a agotar todos los medios posibles para estudiar y nivelarse este año.  “He podido revisar las carpetas de recuperación del Ministerio de Educación, y los invito a desarrollarlos, es una buena oportunidad para nivelarse y poder pasar el siguiente año con mucha facilidad”, aconseja.

Marsevit es creativa, perseverante y muy tenaz en sus convicciones. Ella ve a la educación como el arma más poderosa que puede tener una comunidad. Sueña con algún día fundar bibliotecas en los AA.HH.. Asimismo, espera poder educar a miles de personas, para que aprendan a como subsistir por sus propios medios. “No solo se trata de entregar donaciones.  Sino les enseñas a como valerse por sí mismos, entonces no estamos contribuyendo demasiado”, sostiene.

Como a cualquier adolescente de su edad, a ella le encanta jugar, bailar y dibujar, pero si hay algo al que le dedica varias horas, es al macramé, al que considera su hobbie favorito de los últimos meses. Esta técnica consiste en elaborar tejidos usando nudos decorativos, y Marsevit pudo aprender gracias a tutoriales que encontró en internet. Así, entre aprendiendo y jugando, indica que ya ha creado sus propios modelos, como, por ejemplo, telas decorativas de árboles de Navidad, atrapasueños, entre otras artes.

Otro de sus pasatiempos favoritos es crear adornos y maceteros para su hogar, con las botellas de plástico que recicla su madre. Esto último, es una prueba más de la creatividad innata que tiene esta jovencita. Porque así es, Marsevit, siempre busca la forma de sacarle un valor positivo a las cosas, y a utilizar esos beneficios en favor de los demás.

“Me gusta aprender todo el tiempo, no me conformo con lo que sé, eso es lo que me gustaría inculcarles a todos los adolescentes. Es el único camino que tenemos para ser grandes”, asegura Marsevit.