Carlos Zambrano, es un reconocido boxeador, y un ejemplo para muchos jóvenes, por su gran talento y profesionalismo que lo ha llevado a ser uno de los más destacados representantes peruanos en este deporte. Para él, la educación tiene un gran valor y el anuncio del retorno a las clases presenciales, este año, fue una gran noticia para toda su familia.

Cuenta que sus pequeñas hijas, Zoe (10) y Ghía (7), quienes estudian en la IE 1017 Señor de los Milagros, en Breña, se emocionaron al saber que volverían al colegio, y cuando se enteraron no pararon de contar los días hasta regresar a sus aulas. “Veía en sus rostros que estaban muy emocionadas, extrañaban mucho a sus compañeritas de clase y me contagiaron esa alegría”, sostiene Carlos.

Para Zambrano, la educación en las aulas es irreemplazable, y, además, sostiene que en los colegios los estudiantes logran su bienestar emocional. Asimismo, afirma que a pesar de los esfuerzos que puedan hacer los padres de familia en casa, los expertos en educar y enseñar a los pequeños son los docentes.

“Mi suegra es maestra, por ella puedo entender lo valioso que es el trabajo que realizan los docentes con sus escolares. La pedagogía es de los maestros, y mis hijas quieren mucho a sus docentes. Ellas extrañaban las clases presenciales, ahora están felices, animadas y con ganas de estudiar”, señaló Carlos.

Zambrano apuesta por darles libertad a sus hijas para que forjen su propio camino, pero siempre les aconseja que combinen el deporte con los estudios. Sus pequeñas, Zoe y Ghía quieren ser veterinarias, pero, además, la mayor aspira a ser una destacada deportista como su padre, ya sea en el taekwondo o el atletismo.

“Mi hija menor es muy hábil con los números, y a la mayor le encanta leer, lo que me gusta es que, a pesar de la diferencia de edad, se ayudan, se complementan para aprender una de la otra. A mí sí me gustaría que mis hijas sean deportistas calificadas, porque esto les suma, a veces les dan becas de estudio en universidades, o beneficios que ayudan a que sean una mejor profesional”, resalta Carlos.

Carlos Zambrano aconseja a las familias, a no que no teman enviar a sus hijos al colegio, ya que, señala, que en la escuela hay mecanismos de bioseguridad. “Los niños se pueden contagiar en cualquier lado, lamentablemente, hasta en el colegio más caro puede pasar o en un establecimiento cualquiera. Yo veo que en la escuela de mis hijas está el alcohol, el agua, jabón, entonces somos nosotros quienes tenemos que protegerlas también, porque yo veo que los directores están haciendo su parte”, afirma.   

Finalmente, sugirió también a los padres, a alejar a los pequeños de los vicios que se encuentran en el celular y la computadora. En cambio —y justamente en el marco del Día Mundial de la Actividad Física— les sugirió que los incentiven a practicar cualquier tipo de deporte, por los menos 30 minutos al día. Sostuvo que los beneficios no solo son físicos, sino también mentales, ya que los pequeños ganan en seguridad, proactividad y disciplina.

Felicidad pura

Zambrano manifiesta que durante las clases virtuales sus niñas se sentían limitadas. Querían participar e interactuar con su docente, pero no podían hacerlo con la fluidez que esperaban. Sin embargo, con el retorno a la modalidad presencial la sonrisa volvió a sus rostros y ve mucho entusiasmo en ellas.

Zoe Zambrano cursa el 4° de primaria y lo que más disfruta son las actividades de educación física y el arte. Ella está indecisa, aún, quiere ser veterinaria o enfermera, por otro lado, tiene la ilusión de seguir los pasos de su padre y espera destacar en el deporte de contacto.

“Me siento muy feliz de haber regresado a mis clases en el colegio, extrañé mucho a mi maestra, Lourdes, y a mis compañeros, siento que aprendo bastante de ellos. Reunirnos nuevamente hace que tenga ganas de estudiar, de hacer mis tareas, todo es alegría”, sostuvo Zoe.

Por su parte, Ghía Zambrano, quien cursa el 1° de primaria, afirma que sueña con ser veterinaria, porque le gusta cuidar y proteger a los animales que están enfermos y que necesitan ayuda. “Me gustan las matemáticas, en el colegio, con mis compañeros aprendemos mucho, yo los he extrañado, ahora estoy feliz en mi salón y tengo más ganas de estudiar”, señala.

Zoe y Ghía se consideran muy afortunadas de tener a su abuela, María Becerra (62), no solo por los cuidados que le brinda día a día, sino porque, además, es una maestra con más de 38 años de servicio y constantemente las orienta en las diferentes áreas educativas.

María Becerra, que trabaja como docente del 5° de primaria en la IE 1017 Señor de los Milagros —donde también estudian sus nietas— señala que la comunidad educativa del colegio se ha preparado mucho para recibir a los estudiantes y ella ha comprobado que las niñas, niños y adolescentes, estaban ansiosos por volver a la presencialidad.

“Por la pandemia, no pude despedirme de mis estudiantes, estaba ilusionada con esa promoción, pero ya pasaron a secundaria y lamentablemente no pude estar con ellos. Ahora me preparo nuevamente, y mis niños, desde el primer día, me han demostrado cuanta falta les ha hecho sus docentes y su escuela”, afirma la maestra Becerra.