• La directora, Flora Náñez Gutiérrez, destaca que su equipo de docentes se adecúa a los tiempos de los padres de familia. Incluso atienden a los escolares los fines de semana y hasta en las noches.

La educación no puede detenerse, ni siquiera con las dificultades que ha provocado la pandemia. Ese es el pensamiento que tiene la hermana Flora Náñez Gutiérrez, directora del I.E. Jesús Sacramentado, de Cieneguilla. Ella destaca la gran vocación de servicio que comparte junto a sus auxiliares, docentes y subdirectores, algo que le ha permitido —en la actualidad—, hacer el monitoreo y la asesoría de casi el 100% de sus 1,038 estudiantes (primaria y secundaria).

Por ese motivo, Flora Náñez, ayacuchana de nacimiento, solo tiene palabras de reconocimiento para su equipo conformado por 50 docentes, tres auxiliares y una subdirectora. Resalta que ella, junto a sus maestros, asesora a sus estudiantes de día y de noche, los siete días de la semana, adecuándose a las dificultades que tienen los padres de los menores, ya sea por el trabajo o por carencias económicas.

Pero no solo eso, estos maestros también tienen gestos que conmueven, que los distinguen del resto de profesionales, detalles que los enaltece aún más por la sacrificada labor que ejercen. “Hay familias muy humildes que no tienen equipos para conectarse a sus clases. Al ver eso, hay maestros que les han obsequiado a los estudiantes sus propios celulares y tablets para que continúen con sus lecciones”, afirma la directora Náñez Gutiérrez.

La educación a distancia no es una tarea sencilla, acepta la hermana Náñez. Incluso reconoce que para ella fue difícil adaptarse a las plataformas digitales, algo que consiguió dominar luego dos meses de práctica. Pero sin duda, los verdaderos desafíos que enfrentan están en el ámbito familiar de los escolares. “Es difícil recuperar a un menor que acaba de perder a su padre o a su madre por la pandemia”, cuenta la directora.

Para recuperar a los menores, han tenido que buscar la colaboración de psicólogos. Y, adicionalmente, la directora ha contribuido brindándoles ayuda espiritual y afectiva. Pero no es la única dificultad. Otro de los grandes retos que deben afrontar es la extrema pobreza en la viven decenas de escolares que pertenecen a la institución.

Muchas veces en la casa, hay entre 3 a 4 menores en edad escolar, y los padres no pueden compartir el único celular que tienen en la familia. En otras ocasiones, los padres tampoco cuentan con los recursos económicos para hacer la recarga del celular. A esto se suma, que los padres deben salir a trabajar desde muy temprano y los niños no tienen el apoyo para conectarse a las clases, explica Flora Náñez. 

Pero aquí, justamente, es donde resalta el loable trabajo que realizan los maestros de esta institución. Ellos coordinan con los padres para brindarles la asesoría a sus hijos, ya sea de noche o a veces hasta domingo. Y si no pueden conectarse con ellos, ya sea por llamada telefónica, WhatsApp, Zoom o Google Meet, los maestros van en busca de sus niños casa por casa para dictarles sus clases. “Lo único que le pedimos a los padres es que firmen un acta de compromiso para hagan hasta lo imposible para que sus hijos no pierdas sus lecciones”, sostiene la directora Náñez Gutiérrez.

Para la directora de este colegio no hay excusas que valga, cuando se trata de ayudar a un estudiante para que reciba sus clases. “Una madre se fue a vivir a Huaraz con su niño que estudiaba en nuestra I.E. De igual forma, los estuvimos llamando, asesorando durante 3 semanas, porque el niño está inscrito en nuestro colegio, y sentimos que es nuestra responsabilidad”, sostiene.

Ella, con bastante humildad, resalta que el mayor reconocimiento a su trabajo lo recibe cuando ejecuta el monitoreo de la labor que realizan sus docentes. “Llamo al azar a una familia para conocer el trabajo de nuestros maestros, y me emocionó muchísimo por lo bien que hablan de ellos. Me dicen que las escuchan, las orientan, les dan oportunidades y que son muy flexibles”.